Dos activistas ecologistas arrojaron el domingo sopa sobre “La Gioconda” (siglo XVI), la obra maestra de Leonardo da Vinci expuesta en el Louvre de París, cuyo lienzo original está protegido por una capa de cristal.
Las dos mujeres, que fueron filmadas durante su acción que duró casi dos minutos, arrojaron la sopa de color naranja y rápidamente pasaron por debajo de las barreras que rodean el cuadro.
“¿Qué es lo más importante? ¿El arte o el derecho a una alimentación sana y duradera? Nuestro sistema agrícola está enfermo”, gritó una de las activistas.
“La Gioconda”, considerado el lienzo más famoso del mundo y también conocido como la Mona Lisa, fue recientemente objeto de otro acto vandálico cuando en mayo de 2022 le arrojaron una torta de crema, pero el grueso cristal que la protege evitó que sufriera daños.
Los cristales en las obras de arte del Louvre comenzaron a aplicarse en 1907, luego de que una mujer acuchilló un lienzo de Ingres en nombre del anarquismo. Así, desde entonces, las grandes piezas del espacio parisino son protegidos por “vidrios de diamante” de la casa Saint-Gobain, la misma que desarrolló los cristales de la famosa pirámide inaugurada en 1988.
El vidrio sobre “La Gioconda”, cuya cotización estimada ronda los USD 2.5 billones, se instaló en 2005.
Desde ese mismo año el cuadro se encuentra alojado en el Salón de los Estados, donde tiene una pared para ella sola, junto otras pinturas venecianas notables como “Las bodas de Caná” de Veronese. Está separada del público por estrictos protocolos de seguridad, por lo que nadie nota el medio millón de craquelures, pequeñas grietas, que surcan la pintura. Llegó allí tras haber pasado por la Sala Rosa y la sobrecargada Sala Carré, donde estuvo ausente durante dos años tras el famoso robo, ocurrido el 21 de agosto de 1911, del italiano Vicenzo Peruggia.
Sin dudas, “La Gioconda” debe su fama no tanto a su composición pictórica, porque incluso Leonardo ha realizado retratos superiores como “La dama y el armiño”, sino a la publicidad que alcanzó tras el robo de Peruggia.
Durante los dos años que desapareció, la obra salió un sinfín de veces en los principales medios del mundo, los periódicos ofrecieron recompensas y recibieron miles de cartas con supuestos sospechosos. Incluso, se llegó a arrestar a Pablo Picasso por el robo. Peruggia cayó cuando quiso vender la obra en Florencia y el regreso de la pintura fue todo un acontecimiento. Durante su ausencia, los visitantes inundaron los pasillos del Louvre para ver el hueco que había dejado la pintura.
En otros ataques, en 1956, un hombre lanzó ácido al cuadro dañando la parte inferior del mismo y a finales de ese mismo año, un pintor procedente de Bolivia, llamado Ugo Ungaza Villegas, tiró una piedra contra el óleo, lo que también provocó un ligero daño.
En el ‘74, en un viaje al Museo Nacional de Tokio, una mujer le arrojó pintura roja, como protesta por la ausencia de accesos al museo para personas discapacitadas, y en 2009, una mujer rusa, enfurecida por la denegación de su solicitud de ciudadanía francesa, le arrojó una taza de cerámica comprada en la tienda del Louvre.