La agencia espacial estadounidense NASA dio a conocer un hallazgo que podría cambiar nuestra comprensión del universo y nuestras perspectivas sobre la posibilidad de vida más allá de nuestro sistema solar. Se trata del descubrimiento de un nuevo exoplaneta, bautizado como TOI-715 b, que se encuentra a una distancia relativamente cercana a tan solo 137 años luz de la Tierra. Este exoplaneta orbita dentro de la denominada “zona habitable” de su estrella anfitriona, lo que lo convierte en un candidato prometedor para albergar vida.
Este descubrimiento, impulsado por el Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito (TESS) de la NASA, representa un paso significativo en la búsqueda de mundos que puedan tener condiciones atmosféricas adecuadas para sustentar vida fuera de nuestro sistema solar. La investigación sobre esta “Súper-Tierra” fue liderada por Georgina Dransfield de la Universidad de Birmingham y publicada en el Boletín Mensual de la Real Sociedad Astronómica .
TOI-715 b tiene aproximadamente un 50% más de tamaño que la Tierra y completa una órbita alrededor de su estrella, una enana roja más pequeña y fría que el Sol, en tan solo 19 días terrestres. Esta órbita estrecha facilita su detección y observación frecuente, lo que ofrece a los científicos una oportunidad única para estudiar sus características y condiciones ambientales con mayor detalle.
Lo que hace aún más intrigante a este descubrimiento es la posibilidad de que el sistema planetario que alberga TOI-715 b también pueda contener otro planeta del tamaño de la Tierra dentro de su zona habitable. Si se confirma esta hipótesis, sería el planeta habitable más pequeño descubierto hasta la fecha por TESS, abriendo nuevas posibilidades para la búsqueda de vida extraterrestre.
Según la NASA, las enanas rojas, como la estrella madre de TOI-715 b, son una de las mejores apuestas para encontrar planetas habitables debido a que permiten la formación de mundos rocosos en órbitas más cercanas. Aunque estas estrellas son más pequeñas y frías que nuestro Sol, los planetas que las orbitan pueden estar lo suficientemente cerca como para mantener temperaturas adecuadas para la existencia de agua líquida en sus superficies, un requisito fundamental para la vida tal como la conocemos.